sábado, 6 de octubre de 2012

Día 104. 2ª parte: Más libre, aún.


Por la tarde, ya con la fresquita, he vuelto a la labor de mediación gatuna entre Verde y Cris. He sacado a Cris de su guarida y lo he bajado al salón donde estaba Verde. Me he acercado a ella con Cris en mis brazos y, ¿cómo no?, la respuesta ha sido la misma, bufido, seguido de gruñido y vuelta al bufido. La verdad es que la cosa podía haber sido peor, pero Cris es tan tranquilo que se comportaba como un auténtico pasota frente a la actitud agresiva de Verde. De cualquier forma, quiero pensar que este comportamiento de Verde se debe más al miedo a lo desconocido que a sentirse amenzada/atacada. Para no forzar la situación, he sacado a Cris de la habitación después de haberlo dejado por allí olisqueando un rato y de que intentara, en más de dos ocasiones, afilarse las uñas en los sofás (para ellos es una tentación irreprimible cuando se topan con algo donde puedan enganchar, con firmeza, sus afiladas uñas).
De vuelta al jardín, y seguido atentamente por Verde que estaba tumbada en el pollete de la ventana del salón, Cris ha sido curioseando cada rincón y probando todas las variedades de hierbas que le resultaban atractivas. En todo momento he estado pendiente de él porque, la verdad, no me fío de que intente escaparse y vuelva a caer en las garras de otro perro peleón. Al menos, ahora al principio, he de tener cuidado y, bueno, más adelante ya veremos.

Día 104. 1ª parte: ¡¡¡Libreeeee!!!

Hoy es un día grande para todos los gatos del mundo, en especial para Cris porque hoy, esta misma mañana, Cris ha salido por primera vez de su “cautiverio” y se ha paseado curioso por el jardín. Cámara en mano, lo he seguido todo el rato y, si mal no recuerdo, le he hecho, además de varias fotos, algún que otro vídeo. Aparte de ir por cada rincón oliéndolo todo con su media nariz, ha ido probando todos las hierbas que se ha encontrado a su paso; supongo que tanto tiempo si purgarse, de forma natural, le estaban pidiendo ya algo de verdes brotes frescos. Mientras tanto, desde la ventana del trastero, Verde (mi gata de once años) observaba al “intruso” con cierto recelo. He colocado un taburete delante de ella, en el exterior de la habitación y he subido allí a Cris, para que empezaran a conocerse. La respuesta de Verde ha sido clara; con un bufido, seguido de un gruñido de león, le he dado al bueno de Cris la más sincera de las “bienvenidas”. Después de esos minutos de esparcimiento, lo he subido a la azotea para dejarlo en su chiringuito y permitir a Verde salir a tumbarse a la sombra, tranquila y sin tensiones.