lunes, 16 de julio de 2012

Día 74. Azul.

Esta tarde, al llegar a casa, lo primero que he hecho ha sido abrir la ventana del trastero para que Azul y Verde, mis dos gatas, salieran al jardín, pero la única que ha salido ha sido Verde. Extrañado, he entrado en el trastero y me he encontrado a Azul acostada dentro del cajón de papeles para reciclar. No se ha levantado, cosa extrañísima, y he podido comprobar como tenía los ojos tristes y vidriosos. Todo esto me ha recordado lo que le pasó el año pasado, allá por agosto, cuando aparentemente se envenenó con algo que pudo comer en la calle. Me he puesto las pilas y la he instalado en la cocina, con su cuna, comida, agua, etc. Rápidamente le he dado de beber con la jeringa, luego le he dado potito de bebé y después un reconstituyente energizante para mascotas (todo esto tal y como lo hice el verano pasado para sacarla adelante, ya que los síntomas eran los mismos). Después fui a comprar un cajón de arena para ponérselo a ella sóla en la cocina y a por más energizante a la consulta del veterinario (en la SPAPS). De camino me pasé por el cuartel de la Guardia Civil y denuncié, aunque sin pruebas, la situación ya que estaba seguro de lo extraño del caso y porque pensaba que podía tratarse de un envenenamiento provocado por algún vecino descontento con las camadas de gatos que pululan por la urbanización. De vuelta a casa, le puse el cajón de arena y le di un poco más de agua. A lo largo de la tarde fue empeorando, entonces me acerqué a la farmacia de guardia, en busca de carbón activado. Allí, el farmacéutico me dijo que a estas alturas era tarde para darle el carbón activado. En fín, volví a casa y allí estaba la gatita, un poco peor pero yo seguía pensando que saldría adelante como había pasado el año anterior. Al día siguiente la llevaría al veterinario, por la mañana, si es que no notaba algo de mejoría.
Al margen de toda esta movida, Cris sigue bien. Compartiendo sus días, entre baño y azotea.

No hay comentarios:

Publicar un comentario